Tipología del ser humano postmoderno

Suele decir Sabina en sus entrevistas que cuando dejó la “mala vida” se secó el caño de la inspiración. El otro día en un periódico puntualizaba que él decía que eso ocurrió porque cuando uno es feliz no escribe (no compone, no esculpe, no pinta) porque está viviendo. Supongo que entonces, contrario senso, cuando uno sufre “no lo vive” o no lo quiere vivir y por eso se detiene y dice, joder esto lo tengo que compartir…
Quizás sea tan sólo una excusa-de-autor-en-el-dique-seco pero lo comparto plenamente basándome en mi trayectoria literaria. Aunque añado, uno también puede “secarse” de vulgaridad y de normalización. A veces por razones distintas al dolor uno se convierte e un cualquiera con poco que contar. Y deja también de contar o cuenta sus recuerdos, otrora llenos de “no vida” que quiere compartirse porque es demasiado intensa para ser vivida a sólas.
En este contexto reclamo la tipología de locos, deprimidos, a la que ahora añado a los “grises polvorientos” que nos arrastran a una normalidad no necesariamente aburrida pero sí previsible, casi robótica, ajena al dolor pero también prosaica, sumida en un universo de gimnasios y otros hobbies prefabricados con sus comidas pre-fabricados, los paquetes prefabricados y las relaciones envasadas al vacío.
Así las cosas, uno va asumiendo que irá alternando una vida ciclotímica de culo de mal asiento con la melancolía propia del exilio si es que quiere seguir teniendo algo que contar.
- ¿Y los felices?- me pregunta mi amiga Geni. –Imposible, my dear, con los felices no podemos contar…están demasiado felices…viviendo….

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