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Mostrando entradas de marzo, 2010

De la luz y otras batallas

Ayer culminó el penúltimo intento que he emprendido para cambiar mi vida. En verdad, como diría la biblia, que no logré mis objetivos. Pero también os digo que logré otros que no esperaba. Donde antes había silencio hoy hay información, donde antes había miedo vestido (que no disfrazado) de dignidad hoy hay dignidad desnuda. Todo viene a confirmar la teoría de “mover el culo” tantas veces aludida en este blog. “Mover el culo” frente a la apatía del aparente conforme y frente a la apatía del resignado. Ambos tristes, ambos opacos, no dejan pasar la luz. No os voy a engañar, lo he pasado muy mal y este fin de semana todas mis frases empezaban por NO. El dolor no era intenso pero si denso y se metía, gracias a la porosidad del elemento, en mis huesos y en mis sueños. Aunque el dolor es coyuntural, a ciertas dosis olvidadizo y fugaz. Y lo que queda después, una breve cicatriz de bucanero existencial que se rasguña por probar la miel y la hiel de la batalla. La luz está detrás, siempre detr

Tiempos de poemas o renuncias

Abrázame. Hace frío y soy hija de tiempos de poemas tardes junto a la ventana abetos solitarios, inmensos y perros moviendo la cola. Todo lo que soy o casi es directamente proporcional a las veces que abrí el cuaderno con mi poema express en la mano, no por una regla aritmética pura sino por las experiencias dejadas en mi desde mis ojos en ventanales sobre abetos erguidos y parejas en sus últimos días. Hoy miro en derredor y sé aunque perpleja lo sola que siempre estuve trovando y lo maravillosamente minoritario que fue el esfuerzo y el deleite. Afuera hay en cambio materialismo barato y oportunismo vital masivo. Nada grave salvo que uno debe renunciar a todo para conquistar una parte ínfima de la gran multinacional eco-responsable o ser expulsado como rayo cósmico. Habrá que volver sin prisa al ventanal proyecto de ser mujer poeta que alcanza sus sueños porque sueña que llega a lo más alto porque vuela.

Pensamiento líquido

Hace un par de días hablaban en la radio del pensamiento líquido a la sazón del supuesto marco estratégico que incita a Zapatero a hacer cada día un “ moná ” distinta. Y yo pensé, mientras iba de un sitio a otro de la cocina (necesita un rediseño ergonómico, -no, Zapatero no, ¡mí cocina!) que más que errático o mal aconsejado a nivel teórico porque, ya lo sabemos, su marco de referencia es el muy ilustre socialismo de facultad y palestina, de manifa del primero de mayo y cañas con Sonsoles poniéndole ojazos..No, Zapatero es un bluf o más concretamente un ejemplo paradigmático de oportunismo político. No se trata pues de lo que uno piensa, sino de lo que uno hace y no es cuestión de pensamiento líquido ni sólido sino de oportunismo literal. El eterno dilema entre lo teórico y lo experimental, entre lo estratégico y lo operativo encuentra remedio en el oportunismo para desgracia de las víctimas del msismo y muchas veces con regocijo del oportunista que lograr así sus metas quedando más a

Los molinillos de viento

En mi bolsa de Hello Kittie atrapé los molinillos, los había a cientos y lo mejor fue liberarlos y verlos alejarse en alegre entropía. El resto de mi vida he seguido la senda de liberar cuantos molillos de viento he creído atrapados o insuficientemente voladores. Me maravillé no sólo con la mujer que sabía volar sino con el hombre que la buscaba, con el poema de Girondo, con todos aquellos pequeños detalles aéreos y felices como molinillos, los dulces besos de amor en los andenes, los abrazos chorreantes de Sara, las primeras palabras diáfanas de Javi. Y atrás quedan el resto de miserias terrícolas sin la menor trascendencia para mi alma.

La invisibilidad

Una de las características recurrentes de los estudios sobre género es la invisibilidad estadística. Cuando una se enfrenta a la tarea de describir un asunto, ya sea las tendencias de la economía, la evolución del empleo o el consumo energético resulta imprescindible contar con indicadores fiables e instituciones encargadas de recopilarlos. En los estudios de género, esta obviedad analítica, es el principal escollo. Porque lo que nos ocurre a las mujeres, trabajadoras o no, tiende a transcurrir en una nebulosa, en un limbo estadístico. Seremos invisibles sí, pero no silenciosas, es más, tantos (y tantas) afirmarían que pecamos de ruidosa charlatanearía, de pertinaz rebeldía (esos latigillos que siempre acompañan al feminismo). Somos histriónicas y muy pesadas. Una eso lo siente y percibe con claridad cada vez que realiza su alegato en pro de los derechos de las mujeres (o sea de los míos propios, de los de mi hija…de los de mi hijo, añado, porque mis derechos también le pone límites).

Aquellas pequeñas y grandes cosas que fueron ciertas

Ya no es que de gusto, es que ilumina la vida, cuando una descubre que algunas de las cosas que creímos un día eran ciertas, que de alguna manera residual y menor, permanecen hoy por razón de su importancia. Es lo que ocurre cuando los sucesos sobreviven a las coyunturas y las anécdotas. Cuando lo sentido, lo es en un sentido estructuralmente marxista. O sea cuando algo es lo que es sin que el tiempo ni el olvido puedan cambiarlo. El viernes fui a un concierto. El cantante del grupo, mi amigo Enrique Amigó, tocaba el saxofón cuando éramos adolescentes y veinte años después seguía honestamente esa senda de perseguir lo que uno es. Todos éramos distintos aunque no excesivamente, todos teníamos sonrisas parecidas y parecidas y recurrentes nostalgias. Pusimos en común nuestros recuerdos como puzzles de una peli de los early nineties y todos los trozos eran verdad, unos pueriles, otros descarnados, todos parciales, mostraban el retrato real de los fuimos, de lo que somos, recordando fielmen