Ana

Ana acaba de lanzar uno de esos discursos redondos plagados de ideas-fuerza y elocuentes pausas. No hay nada que más me emocione que un buen discurso político y aunque no lo presencié la conozco tanto que puedo reconstruir la parte en que ella mira un poco a ninguna parte, chasquea un instante la lengua contra el paladar y afirma grandiosa: -me voy se esta empresa por motivos morales (pausa) porque no me gusta nada como tratáis a los trabajadores, básicamente.-
De haber estado en la habitación donde todo ocurrió habría querido aplaudir y gritar “bravo, bravo” al tiempo que lanzaba onomatopeyas deportivas y levantada un puño en señal de victoria (no de victoria sindical sino de victoria olímpica porque en estas lides soy fanática de Ana).
Ana ha estado espléndida, valiente y linda como un lienzo de Bottichelli, desgranando una por una las verdades del barquero de su cambio de empresa. Verdades y razones que nos visten o nos desnudan, como en este caso, y contribuyen a desquebrajar la tela de araña de imposturas, travestismos profesionales y demás mentiras que suelen hacerse en nombre del amor, el compromiso y la lealtad.
Ana sale del armario e ilumina nuestra fe en la humanidad. Ana ha pasado como Jesús sobre las quebradizas aguas de las falsas promesas –En Enero hablamos de lo tuyo-.
“Ya no os creo”. Subraya Ana, con su carita de muñeca, “Quiero cambiar de vida, cambiar el color de mi pelo, cambiar de casa, de país, cambiar de mundo, de universo, de alma, de cuerpo, de cosmos, de destino…y vosotros no podéis darme nada que yo necesite en este viaje”.
Anita es así, dubitativa antes de los saltos decisivos, salta más lejos y más osadamente de lo que su imagen dulce y frágil hubiera podido insinuar. Leal a sí misma hasta el final infunde en los saltos la velocidad de quien se sabe en el lado correcto del abismo.
Magnífica para escuchar, colaboradora nata, siempre da y siempre recibe algo a cambio sin necesidad de súplica.
Ana persigue sus sueños y el camino, se va tornado en parte del sueño y poco a poco, el sueño ya es el propio camino. Como Ulises navegando hacia Ítaca.
Ana siempre hace las cosas a sabiendas. Ana es libre y no traspasa a las excusas ni al tiempo la responsabilidad de sus actos. Hasta para gozar Ana está determinada al gozo o la evasión o a la pereza. Sin culpa, vive una vida que a sus ojos se expande como el Big Ben.
Ana, bravo por tu generosidad y tu determinación, Brava, bravísima.

Comentarios

  1. Enhorabuena a SusANA y a ANA¡¡¡, un abrazo y a seguir para adelante.

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  2. Tremendo... me acabo de enterar de lo de Ana y parece por tu narración que estaba allí, ya solo me falta hablar con la heroina. Un besazo

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  3. La verdad es que ha sido un subidón lo de Ana después de tantas dudas y días grisis.... Le deseo lo mejor a ella y a las que como a ella desean liberarse de trabajos que no realizan, aunque como me dijo ayer mi hermano Pablo, según está la cosa con la cantidad de parados y gente pasándolo mal la verdad es que nos podemos dar con un canto en los dientes...

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  4. Nunca entendí eso de "darse con un canto en los dientes" ¿os imaginais que dolor? vaya, sí que cuesta conformarse...

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  5. Muchísimas gracias Sus...es precioso. Me ha emocionado mucho, no sabes cuanto. Y gracias por tu apoyo incondicional, y por esas noches de vino y rosas, y de conversaciones mil, que hacen que las cosas no resulten tan complejas. Eres de lo mejor de mi vida. Te quiero mucho guapa,
    Ana

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  6. Welcome Ana, qué haría yo sin musas...

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  7. goloso atracón furtivo en horas vendidas me acabo de pegar, Susis... y por unos minutos, horas, me he abstraído de esta realidad laboral mediocre, y me he fugado liviana a tus praderas asfálticas -y mías- a tus fondos marinos cuasi oníricos, a tus adioses reductores de dimensiones sobredimensionadas de personajes con vocación usurpadora del espacio ajeno. A tu preciosa, conmovedora, amorosa prosa de hija. A tu prosa de la mejor amiga.
    me uno al anónimo precedente que vive su momento estelar Waterloo incluído a esas gracias por los momentos compartidos.

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