De la luz y otras batallas

Ayer culminó el penúltimo intento que he emprendido para cambiar mi vida. En verdad, como diría la biblia, que no logré mis objetivos. Pero también os digo que logré otros que no esperaba. Donde antes había silencio hoy hay información, donde antes había miedo vestido (que no disfrazado) de dignidad hoy hay dignidad desnuda.
Todo viene a confirmar la teoría de “mover el culo” tantas veces aludida en este blog. “Mover el culo” frente a la apatía del aparente conforme y frente a la apatía del resignado. Ambos tristes, ambos opacos, no dejan pasar la luz.
No os voy a engañar, lo he pasado muy mal y este fin de semana todas mis frases empezaban por NO. El dolor no era intenso pero si denso y se metía, gracias a la porosidad del elemento, en mis huesos y en mis sueños.
Aunque el dolor es coyuntural, a ciertas dosis olvidadizo y fugaz. Y lo que queda después, una breve cicatriz de bucanero existencial que se rasguña por probar la miel y la hiel de la batalla.
La luz está detrás, siempre detrás del objeto oscuro. Allí voy, tal vez como ese viaje a Ítaca en el que alcanzar el destino, es lo de menos.

Comentarios

  1. Ya lo dijo Dante, "que quien sabe de dolor, todo lo sabe". Así que no hay mal que por bien no venga. Lo malo son las bregaduras que siempre quedan.
    Pero mientras te quede aliento para mover el trasero todo marchara bien.

    Me alegra saber que ya paso el huracán y que te encuentras mejor.

    Un saludo Amelia.

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  2. Los miro y no puedo dejar de decir lo que siempre digo, qué grises, dios mío, pero que grises...ahora caigo en por qué ese "ensayo sobre la ceguera"...ver en blanco y negro es el primer paso para dejar de ver...

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