Mi opinión de mierda

Parece existir un amplio consenso en torno a la idea de que occidente vive un periodo de grave crisis, social, política, económica e institucional. No creo que sea la primera vez ni la última en que, a lo largo de la historia, se vive con la sensación de ir derechos al abismo…Sin embargo, hace tiempo leí un artículo en El País titulado, Las paradojas del progreso: datos para el optimismo, cuyo antetítulo dice: “A pesar de que los políticos populistas se aprovechan del pesimismo de la población, estamos mejorando en todos los parámetros.” Por parámetros se refieren a renta, educación, esperanza de vida o salud. Lo podéis leer aquí: https://elpais.com/internacional/2016/12/29/actualidad/1483020328_085937.html. Para los amantes de las conspiraciones elitistas, tengo que decir que lo escriben unos politólogos bastante sensatos, y si me preguntan, con fondo socialdemócrata.
Mi opinión al respecto es ¿estoy loca por percibir que la realidad no es una distopía? ¿por querer leer libros que no pinten un futuro nauseabundo? ¿He perdido la empatía? ¿Estoy más cerca de júpiter que de la tierra? 
Porque cuando oigo decir a Errejón (que no me cae mal, por cierto), por ejemplo, que se han perdido los derechos sociales (e indirectamente ello justifica la revolución bolchevique revisitada), me pregunto: ¿qué derechos se han perdido? Es decir, ¿qué derechos, que antes eran boyantes e incuestionables, ya no lo son? ¿Qué me he perdido? Empecé a trabajar con 25 años, los seis primeros tuve un contrato temporal, los seis siguientes uno indefinido. Las peores condiciones laborales, de facto, fueron entonces, en los tiempos de la felicidad sindical y obrera, antes de las dos últimas reformas laborales, las que Podemos quiere derogar para que volvamos al edén de los derechos sociales, luego yo ¿a qué “enemigo” le echo la culpa? Hoy, en pleno fin del mundo, trabajo en el sistema de función pública como eventual. Trabajo mucho pero no me quejo, objetivamente, lo vivo con agradecimiento y satisfacción, con todos sus matices.
Porque para ser honesta, y es mi intención serlo, los matices empiezan a ser muy necesarios. Los matices son los siguientes: la crisis económica me ha golpeado menos que a otros, lo reconozco, aunque no por eso niego la dureza de la crisis en los sectores de la sociedad más vulnerables. Pero también afirmo que la burbuja inmobiliaria y financiera favoreció a otros y no, desde luego, a mí, que ni especulé, ni tuve mejoras salariales derivadas del boom, ni compré, ni vendí, ni me sentí en la champion league de la economía. Me quedan 15 años de hipoteca y he comprado mi primer coche después de cumplir cuarenta. 
Con todo, mi experiencia personal no es de empeoramiento sino de evolución, en definitiva, de progreso. Dicho esto, soy muy consciente de que hay personas de mi entorno más cercano que han perdido su trabajo y, a menudo, de camino, su autoestima. ¿Quiere ello decir que han perdido sus derechos sociales? No, lo que ha perdido es el puesto de trabajo. 
La conclusión de todo este post es que para mí lo peor es perder la esperanza que, según la RAE, es el estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea. Y esta es, para mí la clave, asistimos a un “debate público” en materia de macro relatos de la realidad. Una especie de batalla intelectual entre los que pensamos que la humanidad avanza con todos sus matices y los que creen que la humanidad retrocede sin matiz alguno y todos los planos, económicos, sociales, morales y democráticos. Entre los que pensamos que no estamos ni tan mal y los que dicen que la esperanza ha muerto y ellos son los que van a hacerla resucitar.
Así, el 81% de los votantes de Trump creen que hace 50 años el mundo era un lugar mejor. Y aquí, otros, tan populistas y agoreros como él, pero del otro palo, creen que vivimos en el abismo de la precariedad y que la democracia ha muerto (para mí, que se está muriendo de pena).
Luego veo la foto de los refugiados rohingya, que están siendo perseguidos y masacrados en Myanmar, y la jodida conversación postmoderna que estoy teniendo con este folio me da incluso ganas de vomitar. Es entonces, cuando me vuelvo a posicionar con la esperanza del progreso y me pongo una canción que me haga aflojar una sonrisa, como esta de los Punsetes:

Comentarios

Entradas populares de este blog

Inner Fight

Nos partió un rayo

Patriotas en busca de exilio