Llueve en Madrid

Llueve en Madrid de forma vulgar,
como dirían los belgas, un día cualquiera: no llueve casi.
La vulgaridad se expande
como la niebla
y todo lo cubre
las corneas, los ventrículos
las fachadas, los tejados, las aceras.
Madrid se entumece,
se deprime
se troncha triste.
En un ataque de lumbago,
se echa la mano al lomo,
abatido.
La juventud
no es ya más
promesa utópica
ni felicidad de párvulo
el puella amat rosam
de las doncellas.
Un Madrid en tecnicolor
hortera
postmoderno, y por ende,
Ciclotímico
Amargado
Confundido en la frustración de niño pera
de extrarradio.
Cuando llueve así,
como dirían los Belgas, un día cualquiera
no hay terapia que enderece
nuestras almas de sol nacidas
ni esperanza que proclame
la primavera.

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