Las sombras
cuantos libros leer
cuantas veces los labios apretar
para ser humilde.
Cuantos jefes superiores en verdad
ejemplarizantes
se han de suceder
para saberse mediano
y no imponer a la razón
la estulticia...
Cómo poder si no
tomar la medida de uno mismo
la talla aproximada y el color de las aristas.
O por el contrario,
cuanto miedo y estupidez
son necesarios
para no crecer y aparentemente confortables
morir en vida
sin ser mejores.
A veces basta con rodearse de hombrecillos banales
cabroncetes humanos adormidera
que con sus ruidos
y marañas
emponzoñan
el camino claro
hacia esa muerte.
Y en la oscuridad de la acera gris asfalto
igual a tantas
irreconocible
es fácil perder la pista
y el traje
y la divisa
y el nombre
que hueco ya
sin ser humano
se balancea torpemente entre las sombras.
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