El movimiento invisible




No se ve pero existe. Igual que la fantasía de esperar a que florezca un brote o nos crezca el pelo. No se ve pero crece. Lo mismo que cuando tomamos determinaciones o aprendemos el padrenuestro. Ignoraremos el comienzo del proceso y su final, pero algo habrá cambiado. Cuando nos movemos hacia ese destino, que no es el "fatum" griego sino nuestra senda, sea cual sea, nos movemos paso a paso hasta él. Con el tiempo incluso aprendemos a percibir las señales de ese movimiento invisible que nos lleva hasta el sitio exacto en el que nos encontramos. A veces, en cambio, parece tan lento que se asemeja al inmovilismo y la desidia. Un día estaremos ya allí y descartado el teletransporte se tratará de una motricidad voluntaria y dirigida: una conquista personal.
Entonces, quizás, tendremos la sensación de que hemos llegado con una facilidad pasmosa mientras dejamos detrás las dudas, la impaciencia y la desesperanza . Tal es el lento y sutil movimiento humano hacia el cambio.
Parece mentira que en unos días abandone mi antipática torre de acero y me traslade, una vez más, a una pequeña ciudad histórica para amasar la harinas de la política a ras de suelo. Con el tiempo no recordaré apellidos ni cargos de mis antiguos empleadores, reciclaré viejos rencores y hasta puede que logre condescender. Vendrán en su lugar cientos y miles de palabras, discusiones y acuerdos, días grandes, encrucijadas dialécticas y carcamusas. Continuará....

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