La maravillosa historia de blackcrow y un pastor afgano
Las personas son, como todos saben, pájaros o perros. Hay algunas tortugas pero son raras de encontrar, casi seres mitológicos. Esta es la historia de una pájara que no lo quiso ser de cuentas anuales y que, si era un poco perra, lo era por naturaleza y un esbelto pastor afgano con un talento peculiar, fotografiaba a ojo de pájaro pero ladraba sólo y exclusivamente cuando resultaba inexcusable. Blackcrow era, como su nombre índica, una pájara negra de inteligencia mordaz, algo siniestra, ya casi rehabilitada del lado oscuro y a punto de caer desde el gótico-vegano a los márgenes del centro derecha. El pastor afgano, por su parte, un ser elegantemente atemporal, pertenecía a un lugar indeterminado entre el campo grande y la ciudad pequeña, el cielo limpio y el suelo llano, el silencio y el susurro. Como siempre hay gente para todo, muchos perros y pájaros de nuestra pradera se mantuvieron ajenos a sus encantos. No yo. Al contrario, las fui descubriendo a pocos, a sorbos de té verde, cañ